Para mejorar la apariencia externa de los dientes, existe una alternativa dental muy eficaz y poco invasiva: las carillas.
Son láminas que se adhieren a la parte externa del diente para mejorar su estética. Permiten la corrección de algún defecto de la pieza y pueden estar fabricadas de distintos materiales, como resina compuesta, porcelana o cerámica.
¿Para qué sirven?
Ya que las carillas se usan para cubrir los dientes originales, aquí se detallan algunos de los usos más comunes en los pacientes:
Para cubrir fracturas de los dientes: En caso de que un diente esté partido, la carilla es una muy buena solución para cubrirlo y así pueda verse como nuevo.
Para corregir formas de los dientes: Ante un diente muy corto o desalineado con el resto, se construyen carillas para cubrirlos que puedan ajustarse a la forma deseada.
Para cubrir espacios interdentales: Las carillas son una buena alternativa en caso de que existan dos dientes muy separados entre sí.
Para agrandar los dientes: Hay pacientes que cuando sonríen se ve más encía que diente, lo que significa que cuentan con piezas dentales muy pequeñas. Las carillas ayudan a corregir este problema estético.